jueves, 7 de agosto de 2008

Soy cine


Recuerdo con nostalgia el murmullo de la gente, a mi lado mi padre parolaba sobre las condiciones de la sala, hacía especial hincapié en el sonido. Poco a poco aquellas voces se fueron apagando, como también lo hicieron las luces. El espectáculo estaba a punto de comenzar. Guardo estos simples pasajes de mi infancia por la simple razón de que, como todo en esta vida, pasan a formar parte de mí.

El cine ha sabido preservar la esencia humana en imágenes en movimiento. Desde la invención del cinematógrafo de los Lumiere a la era digital de hoy nos separan más de cien años de innumerables películas, muchas inolvidables para el ojo y la sensibilidad. Inconscientemente, asistimos periódicamente a una clase de literatura, de historia... una clase en la que aparecen personas que conocemos sobre la marcha. Sus aventuras nos pueden hacer pensar, reir o llorar, los elementos de una vida real se entremezclan con una ficción que se nos da alcanzando tal punto que nos sentimos testigos, incluso participantes, del hilo argumental.

La Gran Pantalla es víctima de los tiempos, la realidad también le afecta. Si la cartelera Hollywoodiense de los 70 comprendía una temática catastrofística era debido al panorama internacional con respecto a la Guerra de Vietnam. Si Chaplin hizo "El gran dictador" fue porque quería reflejar lo absurdo del nazismo, y así sucesivamente. Por ello, el cine va de la mano de la evolución, el hombre, al crear sus propias películas, también se hace a sí mismo y el público ha de identificarse, o no, con lo que se narra y se ve.

La industria cinematográfica, representada tradicionalmente por Hollywood, invierte grandes sumas de dinero en el proceso de creación, pues los beneficios de taquilla le reportan un negocio seguro de cara al futuro. Sin duda, el cine independiente pone de los nervios a la Meca cuando este triunfa, ya que Hollywood pretende que todos los rollos lleven su marca de fábrica en cada sala que son proyectados. Particularmente, mis películas preferidas son americanas ya que no podré decir que Hollywood lo ha hecho del todo mal siempre. Diamantes en bruto como Billy Wilder, Spielberg o Coppola, o actores de la talla de James Cagney, Nicholson o De Niro... todos ellos son piezas fundamentales para comprender el cine tal como es hoy. Mencionar a Kubrick, Hitchcock u Orson Welles sería más que relleno, pues podemos decir que sus nombres equivalen a cine por los siglos de los siglos (amén!).

El terror, la fantasía, el drama, la comedia... nos hemos movido entre montañas de fuego, hemos conquistado la galaxia con la Fuerza, conocimos la tragedia del Holocausto nazi, reímos a carcajadas con un pequeño vagabundo de bombín y bastón... el final es previsible: volvemos a casa con la imagen de una ficción y la realidad de una sonrisa.

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