lunes, 29 de diciembre de 2008

Cine: Generación Star Wars



"Yo soy un Jedi, como mi padre antes que yo". Pues sí, lo soy, aunque caballero de los 90, pues de ser mi padre pertenecería a la "generación veterana" que tuvo el privilegio de asistir al primer pase de La guerra de las galaxias en 1977.

En aquellos días yo era una corriente de aire (nada), los jóvenes vestían pantalones campana y aquí, en España, iniciábamos el período democrático tras la dictadura Franquista. La cinta fue acogida con entusiasmo entre el público español, compitiendo con la "tardía" obra maestra Taxi Driver. Algo nuevo despertaba en la conciencia del espectador, y no, no era la Fuerza, sino el sentimiento de renovación respecto al cine de entonces. Tras "El Imperio contraataca" y "El retorno del Jedi", Lucas ya se había embolsado millones de dólares y hecho amo de su particular imperio, aquel corporativismo del que tanto evitó ser parte en sus años mozos.

Mirando hacia otro lado, el tema que me ocupa ahora es mi generación, la de finales de los 80, esa generación a la que se le presentó la oportunidad de ver la trilogía en cines, remasterizada, con nuevas escenas y encima 20 años después del estreno del ahora conocido como Episodio IV: Una nueva esperanza (a estas alturas las salas de cine habían mejorado mucho respecto a 1977... xDxD. ¡1-0 vegestorios del 77!) Sí, felices años 90... corría 1997 cuando fui acompañado de mi padre a ver las tres cintas al desaparecido Novocine 2, desde entonces no ha pasado un sólo día en que no haya dejado de pensar en Luke, Obi-Wan, Darth Vader, Han Solo... personajes imborrables para la mente de cualquier persona asidua a la ciencia ficción.

Pero si algo ha marcado de verdad a la "nueva generación galáctica" (lo siento madridistas...) es la nueva trilogía llevada a la pantalla de la mano de Mr. Lucas... otra vez. La historia versa sobre que, aunque pelis nuevas, estas son, a su vez, precuelas de la trilogía original... un rollo, lo sé. Las conclusiones, tras haber visto esta nueva serie son variopintas, desde "grave error de George" hasta "sucesora ilegítima de la trilogía original" (cuando, en verdad, tendría que ser antecesora... xDxD). Por otra parte, están los fieles a la saga que encuentran en esta nueva historia su razón de ser, pues les es revelada la historia de Anakin, no solo a ellos sino al mundo entero, y se vuelven aún más frikis.

Mi opinión personal baraja diversos ases que Lucas se ha sacado de la manga, como el enemigo público nº1 de todo fan de Star Wars, Jar Jar Binks. Menuda decepción de personaje,¡si hasta los videojuegos de rol basados en el universo Star Wars como "Caballeros de la Antigüa República" tienen personajes acojonantes! Eso por no hablar del guión de cada cinta, mal encajados, que pueden desestructurar hasta a un niño. Desde "La amenaza fantasma", Lucas aprendió de sus errores, y relevó a un muy segundo plano a Jar Jar, haciendo caso a las críticas de los fans, tarea que no supo resolver muy bien porque ¿cómo explicas que un personaje, aunque odiado por todos, pase de ser protagonista en Episodio I a tener una brevísima aparición en Episodio III...? (la mejor de esta trilogía, sí señor) a eso le llamo yo continuidad.

En resumen, nosotros, la nueva generación de Star Wars, hemos sido tomados por meros espectadores que confían una historia al servicio de los efectos digitales, nada de eso. Por mi parte, estoy satisfecho con esta nueva serie, y aunque tengo mis reservas, puedo decir que es fiel a Star Wars, pues me llevo conmigo a personajes malogrados como Darth Maul o Jango Fett. La historia se hace interesante, una vez vista la saga completa (desde el I hasta el VI, no os olvidéis), pues es en ese momento cuando comprendes la historia de Anakin Skywalker, de cómo y por qué se vuelve al Lado Oscuro y se convierte en Darth Vader, por cierto, un ardid muy bien empleado para la transición del joven Jedi, sin olvidar "el duelo" entre este y Obi-Wan.

Larga vida a Star Wars... y a Irvin Kershner!


domingo, 28 de diciembre de 2008

Informe de la situación



Tras este escrito no me culpen por lo que pienso, pues es un reflejo de la imagen que estamos dando. Sí, hablo de nosotros, "jóvenes adultos" que buscan las experiencias de toda una vida en un sólo fin de semana.

Nosotros, que vestimos ropas adecuadas para la ocasión especial y damos fin a nuestros pasos en el inodoro de cualquier pub haciendo gran esfuerzo por mantener la cabeza en su sitio, mientras el compañero que se encuentra detrás intenta darnos ánimos para expulsar todo el residuo etílico que llevamos dentro.

Nosotros, personas confiadas por naturaleza, que hacemos amigos nocturnos teniendo la certeza de que hacemos acto social cuando en verdad nos llevamos a los labios el veneno líquido de la apariencia y articulamos palabras huecas.

Nosotros, que en la noche venidera auguramos una porción de comprensión, que sustituido por una sucesión de sonidos incomprensibles, más parecen salidos de la boca de un animal que de una persona.

Nosotros, ciegos que deambulamos por las calles, ebrios de pasión por el contacto cuerpo a cuerpo, parejas casuales, imprudentes, que comparten lecho "sin seguro" para despertar en una mañana confusa, llena de interrogantes.

Nosotros, esos frívolos de conversación vanal, perdidos entre frases que adivinan un atisbo de inteligencia, pero que se desvanece en cuanto limitamos la temática, pues se ve reducida al absurdo de los estudios, el alcohol, las drogas y las fiestas... deprimente.

Nosotros, vecinos de escalera que hacen burla con la sóla prueba de un defecto, críticas destructivas contra la lucidez y la inteligencia, que nos reímos sin descanso al hacer balance de la cultura individual pero que tornamos serios al instante de ser cuestionados acerca de la nuestra.

Nosotros, en los que reside la audacia del autoanálisis, que podemos disfrutar de nuestras noches y bebidas como personas y no como "ignorantes".

sábado, 27 de diciembre de 2008

Nosotros mismos



Últimamente parece que las cosas hayan tornado insanas, pues no hay inyección capaz de frenar la epidemia de desconfianza entre la población. Revisando partes del pasado, el crack del 29 supuso también el surgir de fiebres totalitarias, si se me permite esta afirmación. Bien, comparando la crisis actual con la del siglo pasado, ¿hasta dónde hemos de llegar para comprender el error humano en sí mismo? ¿hasta donde llegaremos si nos seguimos aferrando a la ideología política, pasto del polvo corrupto de generaciones anteriores a nosotros? No ondeemos banderas con cruces gamadas, yugos y flechas, hoces y martillos... no capitalicemos, no nacionalicemos... no seamos nosotros mismos, pues si hemos de hallar causa a nuestros males, mirémonos.