lunes, 11 de enero de 2010

Assassin's Creed 2 y por qué elegí convertirme en historiador

Aquí yacen las respuestas a todas aquellas dudas que se hubieran planteado los que, con afán de superioridad o mera ignorancia, cuestionaran con la facilidad que les otorga el mundo competitivo de hoy el por qué de elegir Historia como carrera a seguir.

A toda elección le precede la experiencia de la condición, la meditación y la decisión. En los cuatro casos me ha influido el entorno familiar en el que me crié, los libros que he leido y las películas que he "rayado". Por tradición diré que la ciencia de las Humanidades ha sido la piedra angular del academicismo de mi familia, pues pertenecen sus miembros a esa cantera inagotable de profesores, escritores y artistas de las más variadas disciplinas. Pero siendo ésta una influencia de cara a la decisión final, no es condición sine qua non a la hora de elegir. Existen excepciones en las que aún estando arraigada la tradición humanista, el chaval nos salga matemático, físico o empresario. Incluso los más sembrados podrán advertir que hoy en día el cultivo de la mente no requiere pasarse cuatro o cinco años entre las paredes de una Facultad, sino que optarán por otras salidas mucho más prácticas. Bien por ellos!

Siguiendo con las condiciones influyentes, la vida me enseñó la Historia a través de mis aficiones ya citadas y, en último término y no por ello menos importante, los videojuegos. En la lectura descubrí mi particular interés por los distintos géneros literarios que iban desde la tragedia shakespiriana, pasando por el realismo de Galdós y Unamuno, hasta la fantasía de Tolkien, la ficción de Orwell o la filosofía escondida tras las palabras de Maquiavelo u Ortega y Gasset. Durante mi etapa de instituto, la Historia Contemporánea y, en concreto la de España, me interesó más que ninguna otra, siendo la etapa de la II República, la Guerra Civil y la Dictadura de Franco objeto de análisis preferido por mí. Con todo, me sigo considerando un aficionado al lado de los grandes devoradores de letra impresa.

A su vez, el cine, esa adicción casi hereditaria debido a mi padre, se convertiría en espejo de mi alma en cuanto me sentara en una de las butacas del Novocine o el Xesteira. A través del metraje de Murnau, Browning, Chaplin, Houston, Billy Wilder, Coppola, Scorsese, Lucas, Spielberg... mi imaginación era presa de la historia de cada filme y no soportaría apartarme de mis héroes de antaño ni hasta en el terreno más sobrio. Del mismo modo que el cine, la música seguirá siendo semilla de inspiración en mi haber cotidiano, pues a los hechos me remito, que si yo pisé un escenario fue para cantar la realidad de las calles y compartir mi visión de la vida con los colegas del barrio, no más allá.

Ahora, con 22 años a mis espaldas y un tiempo hermoso perdido/aprovechado, me veo metido de lleno en el primer año de Historia. Mi motivación final para decidirme por esta carrera, que es la que tuve en mente desde que retomé los estudios, es mi afición por los videojuegos, y vosotros os preguntaréis: ¿qué relación guardan? pues mucha. Si me remito a la introducción del presente artículo, donde tildo a esta sociedad de competitiva, el historiador recibirá a los videojuegos como agua de mayo, pues desde mi perspectiva idealista, si es que hay algún historiador así (seguro), el mundo de las consolas es el nuevo campo de cultivo para nosotros. Pensad bien, una industria que ya supera en beneficios a la del cine no puede ser otra cosa que una nueva oportunidad para aportar nuestros conocimientos. Los historiadores no solo nos documentamos y recopilamos información, también somos capaces de aplicarla, podemos imaginar historias. Si el cine o la literatura ya se ha nutrido del drama histórico, la industria del videojuego es el siguiente paso a explotar. Fruto de esta declaración de principios, es mi reciente experiencia con el título de PS3, Assassin's Creed 2, el cual recomiendo a todo aquel que le guste la Historia (disciplina que implica el Arte), pues se sorprenderá del trato preferente que se les da a los hechos históricos de la Italia del Renacimiento superpuestos a la trama ficticia y, en mayor medida, la envergadura del espacio jugable, que plasma de modo excelente las ciudades de Florencia o Venecia. Es por ésto que yo arda en deseos de ampliar miras en la disciplina Histórica, pues contemplo más posibilidades que las dadas habitualmente. Muy a mi pesar, las necesidades de hoy se empeñan en dar de lado a los humanistas, y se hacer creer a la gente de la pérdida de tiempo empleado en esta nuestra carrera de Historia, mas yo digo que contadas carreras se hacen por vocación actualmente. Quien sucumba a las órdenes de un sistema de creencias y valores que dice qué vende más y qué menos, se verá resignado a desempeñar un trabajo el cual detesta y vivirá aletargado por siempre en su deseo de hacer lo que siempre quiso.

Estudio Historia porque confío en el pasado para explicar mi situación presente. Al menos ésta es mi opinión... cuál es la tuya?



2 comentarios:

Marqués de Leguineche dijo...

Se le saluda, querido colega!

El Señor No Puedo dijo...

Y después de tan galaica perífrasis, ¿de qué hablábamos?

Ah, la Historia. Esa tremenda hija de puta.

¿Recuerdas a Pennywise, el payaso de It? Eso es la Historia. Siempre salda sus cuentas. Y te lo dice uno que no acabó la carrera...