lunes, 22 de marzo de 2010

No, we can't...



Esta mañana he despertado con la noticia de que la Cámara de Representantes de Estados Unidos ha dado vía libre a la tan denostada reforma sanitaria del presidente Obama con 219 votos a favor y 212 en contra. No deja de apreciarse en mí una mueca de alegría y, a la vez, una de decepción. No estoy satisfecho porque no es lo que se prometió, y yo no soy yanki. Hagamos una pequeña síntesis (desde nuestra visión europeista) de lo que supone tener cobertura médica en Estados Unidos.

Cada ciudadano norteamericano escoge el seguro médico que más le convenga. El Estado, por tanto, no da una cobertura médica universal como la que tenemos en España, sino que se contrata (y no de manera universal precisamente) a empresas privadas, de manera que la cobertura sanitaria de la mayor parte de la población la realizan las propias empresas a través de un seguro colectivo o bien un seguro privado. Éstas, además, ofrecen la asistencia sanitaria a sus trabajadores como medio de atraer fuerza de trabajo. El Departamento de Salud y Servicios Humanos, surgido bajo la presidencia de Eisenhower, es el organismo dependiente del gobierno federal encargado de la protección de la salud y la provisión de servicios sanitarios, sobre todo a los más desfavorecidos. Entres sus programas está (o estaba) el Medicare y el Medicaid, los cuales proporcionan seguro médico a personas de la 3ª edad y a inválidos y personas con ingresos bajos, respectivamente. A pesar de todo, sigue habiendo un importante segmento de la población sin cobertura médica alguna. Pero ésto, dicho así, suena distante e incluso de manera confusa.

El ejercicio de la profesión de médico en Estados Unidos supone una liberalización de la relación médico-paciente. Un médico cobra a través de Pago por Servicios Prestados, el Estado no interviene. Un ejemplo: si yo soy ciudadano estadounidense y me rompo una pierna puede que la relación aseguradora-médico redunde en su propio beneficio, pues mi médico puede denegar una operación si la empresa que aporta el dinero para mi cuidado así lo cree conveniente. Otro más: si yo poseo una condición médica preexistente que entra en conflicto con las propias condiciones de la empresa que me cubre, no seré asegurado. Puede que esté trabajando, pero si me despiden (por ejemplo) me parece que tendré que tirar de costurero de la abuela para coserme esta herida, ya que no me llega el dinero para pagar un seguro privado.

Éste es (era), señoras y señores, el modelo sanitario de Estados Unidos. Lo que pasó ayer puede llegar a traducirse como "No, al final no pudimos". Y por qué diablos no? muy sencillo, (esto que cito a continuación me lo chivó un amigo cercano que dice haberlo escuchado en la cadena Ser, no es textual pero supone la verdad) "coge el tema o problema que más divida a la sociedad española y multiplícalo por diez" y tendrás una lucha enardecida entre patriotas republicanos y demócratas-(mal llamados socialistas). Puede que la administración Obama no haya cumplido lo que en su momento no pudo hacer Hillary Clinton, establecer una coberura sanitaria universal, pero ésto no quiere decir que no haya que dejar tiempo al tiempo. Si no se ha producido esa "socialización" ha sido porque una gran parte de la sociedad estadounidense (véase FOX, Partido Republicano o Tea Party) sigue agitando el fantasma del comunismo soviético y reavivando la llama del McCarthysmo, amenazando con un levantamiento popular contra los ataques velados a la constitución de los padres fundacionales. Extremismos a parte, mi reflexión final es que no habrá un gobierno en Estados Unidos que se preocupe por sus ciudadanos hasta que las corporaciones dejen de ostentar el verdadero poder.



1 comentario:

El Señor No Puedo dijo...

Amen. A mí me costaría expresarlo mejor.